UNIVERSITAT POMPEU FABRA

Embriología y
Anatomía Descriptiva

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4. DESARROLLO DE TEJIDOS Y FORMA DEL CUERPO. CUARTA A OCTAVA SEMANAS

4.4. Control del desarrollo embrionario

La mayor parte de los procesos de desarrollo dependen de la interacción coordinada con precisión de factores genéticos y ambientales. Cada sistema del cuerpo tiene su patrón de desarrollo pero la mayor parte de los procesos de la morfogénesis son similares y relativamente sencillos. El crecimiento se logra por mitosis aunada con producción de matrices extracelulares; mientras que, la complejidad tisular se adquiere por morfogénesis y diferenciación.

La interacción de los tejidos que conduce a un cambio en el curso del desarrollo se denomina inducción (1).

En la literatura se encuentran múltiples ejemplos; por ejemplo, durante el desarrollo del ojo, la vesícula óptica induce la formación del cristalino a partir del ectodermo superficial de la cabeza. Cuando no hay vesícula óptica no se desarrolla el ojo; si se extirpa ésta y se coloca junto al ectodermo superficial que no participa en la formación del ojo, se puede inducir la formación del cristalino.(2)

Las células de los tejidos de embriones tempranos son pluripotenciales y bajo diferentes circunstancias pueden seguir más de una vía de desarrollo. Este potencial se restringe progresivamente a medida que los tejidos adquieren características especializadas. En la actualidad, casi todas las pruebas indican que la diferenciación se produce como respuesta a indicios del ambiente inmediato que incluye tejidos vecinos.

La influencia de un tejido en la vía de desarrollo de otro supone la presencia de señales entre ambos. Se desconoce su naturaleza precisa, pero su mecanismo varía con los tejidos. En algunos casos, la señal es una molécula difusible como el ácido retinoico que pasa del inductor al tejido que reacciona. En otros casos, el mensaje se media a través de una matriz extracelular no difusible secretada por el inductor y con la que entra en contacto el tejido que reacciona. Otra posibilidad son los contactos físicos entre tejidos de inducción y de respuesta. Esta señal se traduce en un mensaje intracelular que influye en la actividad genética de las células que responden.

Las inducciones no se deben considerar como fenómenos aislados, con frecuencia, éstas ocurren de una manera tan secuencial que originan el desarrollo en orden de una estructura compleja. Ello asegura la formación de las partes del órgano de forma apropiada en tamaño y relación para la función. En otros casos, las interacciones entre los tejidos son recíprocas, así durante el desarrollo del riñón, la yema ureteral induce la formación de túbulos en el mesodermo metanéfrico y éste a su vez induce la ramificación de la yema ureteral que origina el desarrollo de túbulos colectores y cálices renales.

La respuesta a los estímulos inductores no es ilimitada. Así, todos los tejidos pasan por una fase en la que son susceptibles a la acción del inductor, pasada la cual, si se produce la acción del inductor sobre el tejido puede producirse una falta o escasez de la respuesta. Asimismo parece claro que los sistemas de inducción tienen la característica común de la proximidad.

En conclusión, el proceso de inducción es limitado en espacio y tiempo y la insuficiencia de interacciones tiene consecuencias en el desarrollo (defectos congénitos).

 


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